Índice
Nota previa de los editores
Presentación
Primera parte
Filosofía
Jusnaturalismo clásico: su vigencia y su armonía con las preocupaciones de los juristas
Carlos A. Casanova
Una manifestación del instinctum divinum tomista: el temor de Dios
Joaquín García-Huidobro
Notas acerca de la concepción católica de la política
Gonzalo Ibáñez Santa María
Relevancia metodológica de la metafísica en el discurso científico contemporáneo
Raúl Madrid Ramírez
Algunas dificultades interpretativas de Summa Theologiae I-II, q. 94, a. 2, c.
Alejandro Miranda M.
Fundamentos filosóficos del derecho
Cristóbal Orrego
Morfogénesis y envejecimiento del viviente corpóreo
Alejandro Serani Merlo y Juan Eduardo Carreño Pavez
El derecho ante la concepción ideológica de la libertad
Juan Antonio Widow Antoncich
Bonum est faciendum et prosequendum et malum vitandum. La cuestión del contenido del primer principio práctico
Felipe Widow Lira
Segunda parte
Historia del derecho, derecho público y otras disciplinas jurídicas
Emperador e Iglesia. El debate del poder en el Imperio tardío
Carlos Amunátegui Perelló
Posesión efectiva de la herencia y Bonorum Possessio
Mario Correa Bascuñán
¿Por qué se deben evitar los procesos judiciales, especialmente en la Iglesia?
Carlos José Errázuriz M.
Forma como se aplicó el Código Civil en el Conservador de Bienes Raíces de Vichuquén durante el siglo XIX
Mario Manríquez Guerra
La jurisdicción voluntaria como instrumento jurídico o ideológico
Alejandro Romero Seguel y Pablo Recabarren Vial
Los fundamentos del Derecho Administrativo. Una visión iusnaturalista
Eduardo Soto Kloss
Del abandono de la instancia a la caducidad del procedimiento ¿Avanzamos o retrocedemos?
Raúl Tavolari Oliveros
Ensayo para una teoría de la inexistencia procesal
Fernando Ugarte Vial
El mito del consensus en el derecho contractual romano
Adolfo Wegmann Stockebrand
Luces y sombras de la legislación económica
Arturo Yrarrázaval Covarrubias
Tercera parte
Derecho Privado
La interpretación de los contratos de consumo sujetos a la Ley Nº 19.496
Jorge Baraona González
Anotaciones sobre deberes fiduciarios en el derecho chileno
Enrique Barros Bourie
Interpretación de las cláusulas especiales sobre responsabilidad contractual
Cristián Boetsch Gillet
El contrato de adhesión como ámbito de aplicación de las normas sobre cláusulas abusivas en el derecho de consumo
Patricio I. Carvajal
La posesión en el Código Civil chileno, un tratamiento de lujo por Andrés Bello
Raúl Lecaros Zegers
Problemas del usufructo
Daniel Peñailillo Arévalo
Objeto ilícito de un “acuerdo privado de útero subrogado”
María Sara Rodríguez Pinto
El profesor José Joaquín Ugarte Godoy, un jurisconsulto de acción: reseña sobre algunos de los casos en que sus actuaciones judiciales han formado jurisprudencia
José Joaquín Ugarte Vial
Naturaleza y propiedad de los derechos subjetivos
Jorge Ugarte Vial
Antijuridicidad y causales de justificación en el orden infraccional antimonopólico
Domingo Valdés Prieto
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Nota previa de los editores
Las palabras del maestro, sean oídas o leídas en sus escritos, causan la ciencia en el entendimiento. Tomás de Aquino, De Magistro a. 1, ad 11
Estas palabras de Santo Tomás pueden aplicarse a don José Joaquín Ugarte Godoy en un doble sentido: primero, como discípulo. Si hay algún aspecto de su personalidad académica que se destaca inmediatamente en el trato intelectual con él, es que nunca cesa de reconocerse discípulo. Lo es, en primer lugar –y no de una manera formal y exterior, sino en un modo profundamente vital–, de la Iglesia y su Cabeza, Nuestro Señor Jesucristo. Pero lo fue, también, de maestros temporales muy próximos, que forjaron su inteligencia con sus palabras oídas: en primer lugar, ese extraordinario maestro chileno de tomistas que fue el padre Osvaldo Lira Pérez, de los Sagrados Corazones. Mucho más que solo un maestro de filosofía, lo fue de amistad y catolicismo o, mejor, de amistad católica. Don José Joaquín fue discípulo privilegiado del padre Osvaldo, y los efectos de ese magisterio se traslucen en mil gestos suyos, desde el tierno afecto con que recuerda al maestro, con y sin ocasión, hasta su imitación en la incansable tarea de defender públicamente la verdad, contra viento y marea, llueva o truene, con caridad, pero sin respetos humanos.
También fue agradecido discípulo de sus profesores en las disciplinas a las que luego dedicó la vida: don Hugo Tagle Martínez y don Julio Philippi Izquierdo, en Filosofía del Derecho; Pedro Lira Urquieta y Pedro Jesús Rodríguez González en Derecho Civil. Pero su vocación universitaria no estaba corrompida por la hiperespecialización que domina a la academia contemporánea, y se ampliaba mucho más allá de las áreas disciplinares a las que se dedicaba más inmediatamente, de manera que fue también amigo y discípulo de uno de los más grandes Maestros que se podía hallar en los pasillos de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica de aquellos años: el abogado e historiador don Jaime Eyzaguirre Gutiérrez. Y como si el discipulado fuese su vocación, todavía se hizo de otro maestro, como alumno privado, en la figura de don Alberto Christiny Rayneld-Franco, quien le enseñó el latín, pero no como quien instruye en una lengua, sino como quien comunica el amor por una tradición de la que esa lengua es vehículo.
Por último, don José Joaquín también es discípulo de maestros más remotos, que llegaron a él por sus palabras escritas, y con los que forjó esa amistad que sólo el que cultiva la inteligencia en horas interminables de paciente y contemplativa lectura puede entender: aunque esta lista sería inacabable, no se puede dejar de mencionar al propio santo Tomás de Aquino, a Aristóteles o a Robert Joseph Pothier.
Esta condición de discípulo “aprovechado” es la circunstancia que explica el segundo modo en que se pueden aplicar a don José Joaquín Ugarte Godoy las palabras iniciales de santo Tomás: porque supo beber en las fuentes de unas tradiciones filosófica y jurídica que ponían sólidos fundamentos a su propio pensamiento, es que luego, en su docencia, investigación y difusión, pudo decir palabras que “oídas o leídas en sus escritos, causan la ciencia en el entendimiento” de aquellos que las reciben. Tanto en la Filosofía del Derecho como en el Derecho Civil, don José Joaquín no fue un mero repetidor de doctrinas ajenas, sino que puso luz (y, así, “causó la ciencia” de quienes lo escuchaban o leían) en muchas cuestiones difíciles, que podían ser entendidas desde los principios recibidos, pero que era necesario aplicarse a ellas con rigurosa profundidad y creativa originalidad, pues se presentaban como problemas contemporáneos que no habían sido tratados por aquellos maestros –o, al menos, no en todas las dimensiones con que se ofrecen a la ciencia humana del presente–. Especial mención, en este sentido, merece esa monumental obra titulada “El Derecho de la Vida. El derecho a la vida, bioética y derecho” (Ed. Jurídica de Chile, 2006). El modo en que allí se dedica a aplicar los principios de la filosofía perenne y del derecho clásico a la cuestión del origen, inicio, término y sentido de la vida humana, así como a las exigencias jurídicas que de ella se siguen, es digno de toda admiración y elogio, y ejemplo paradigmático (pero no exclusivo) del modo en que el profesor Ugarte “ha causado la ciencia”.
Este discípulo devenido en maestro es el que hoy recibe el homenaje de sus amigos. Algunos son sus propios discípulos. Otros se han alimentado de la sabiduría de los mismos maestros. Otros, en fin, lo han encontrado en los pasillos de la Universidad o de los Tribunales, y han forjado con él una amistad fundada en amor común por la verdad y la justicia. Todos quieren reconocerle el servicio prestado a la Filosofía y el Derecho mediante su brillante e inagotable quehacer intelectual.
(...)
Los editores
En Santiago, 19 de octubre de 2021
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